Durante largos siglos la Iglesia ha tenido un papel protagónico en la marginación de las mujeres debido a la fidelidad con los patrones de una sociedad patriarcal . Fue acusada por gran parte de la sociedad occidental de ser uno de los factores responsables que impidieron el progreso de las mujeres en diversos ámbitos: sexualidad, profesión, autonomía. La lealtad de esta institución frente a los modelos antiguos tuvo una incidencia directa en el retroceso de la participación femenina en los procesos políticos y económicos, y principalmente, en la negación del liderazgo.
La Iglesia tuvo una fuerte influencia en la legitimación del orden social preponderante. Ha proporcionado control ideológico a las formas de subordinación de las mujeres a los hombres, defendiendo la vinculación de la mujer con el espacio doméstico. Si bien el hogar no es marginal en sí mismo, su adjudicación a él es forzosa.
Aún hoy, transitando el siglo número veintiuno, la Iglesia sigue arraigada a diversas patrones tradicionales. Sin embargo, cabe destacar que, a su vez, fue dejando unos cuántos otros en el camino que permiten una transformación paulatina del rol femenino y, por lo tanto, la inclusión de las mujeres en la sociedad actual.
Por Karen Giménez